miércoles, 22 de agosto de 2012

No sin ti. Capítulo 2


Había pasado una semana desde la boda de Tom. También había pasado una semana del beso con Danny. Intentaba olvidarme de ello, pero era imposible. Danny no paraba de llamarme. Cuando me levantaba, miraba el móvil y veía diez o quince llamadas suyas. Menos mal que no lo intentó al teléfono de casa, si no, Harry se habría enterado. Aunque yo no escondía nada, no había hecho nada malo. ¿Por qué me sentía como si le hubiese sido infiel?

Intenté mantenerme ocupada, trabajaba, salía con las chicas y estaba con Harry. Se me daba bastante bien ocultar mis sentimientos, así que nadie se dio cuenta de que algo no iba bien. Pero llegó el fin de semana y todo se fue al traste, Tom nos había invitado a su casa para celebrar que llevaba una semana casado. Y todos estábamos invitados, por lo que tendría que ver a Danny, aunque esperaba que no sacara el tema delante de todos.

Cuando llegamos a la casa de Tom ya estaban todos. Salimos al jardín y cogimos un par de cervezas. Harry se fue a ver qué tal iban las hamburguesas y yo me quedé hablando con el resto. Danny se encontraba justo enfrente de mí, pero para mi sorpresa, no me miraba. Me molestó un poco su comportamiento. Vale que yo le había ignorado toda la semana, pero había sido él el que me había besado, el que había hecho algo mal. Pero dejé ese tema de lado, me centré en pasármelo bien y en disfrutar de un día soleado, ya que hacía días que solo veíamos nubes.

Tom nos había dicho que nos lleváramos el bañador, ya que hacía un día tan bueno. Después de comer, nos quitamos la ropa y nos metimos sin pensarlo en la piscina. Nos pasamos varias horas nadando y charlando. Beth y Sam se fueron pronto, tenían cena con sus novios y tenían que prepararse. Harry y yo nos quedamos un rato más en la piscina, y el resto se salieron para prepararse para la cena, ya que alguien tenía que llamar para que nos trajeran las pizzas.

Tom llamó a Harry para que le ayudara a preparar los mojitos. Hice unos cuantos largos más y salí de la piscina, empezaba a refrescar. Cuando fui a por la toalla, vi que no estaba. Alguien se la había llevado. Estuve un buen rato tiritando, hasta que alguien me puso una toalla por la espalda. Me di la vuelta y vi al hombre que me había ignorado todo el día.

  •           Gracias – intenté parecer muy seca.
  •           ¿Algún día vas a perdonarme? – se había puesto delante de mí y me miraba suplicante.
  •           ¿Por qué tendría que perdonarte? – intenté ir hacia la casa, pero su cuerpo me lo impedía.
  •           Porque yo estaba borracho y solo fue un simple beso.
  •           Bueno, pues ya está, no hay nada más de que hablar – le aparté como pude y me metí en la casa.

Dentro encontré a Tom y Harry preparando la bebida. Me acerqué a ellos y les robé un vaso que ya estaba preparado. Necesitaba meterme algo de alcohol en el cuerpo, aunque esos mojitos nunca llevaban demasiado.

Las pizzas no tardaron en llegar. Nos sentamos en los sofás y vimos la tele mientras devorábamos las porciones. Ya no quedaban mojitos, así que me levanté con la esperanza de que quedara alguna cerveza en la nevera. No me di cuenta de que alguien me había seguido hasta la cocina. Abrí la nevera y ese alguien me acarició la espalda.

  •       Harry, sé que te pongo demasiado en esta postura, pero preferiría esperar a casa – y la risa que escuché no era la suya. - ¿Qué diablos haces?
  •       Tenías un papel pegado en la espalda, nada más – Danny se había apartado de mí y ahora estaba apoyado en la encimera.
  •           Danny, ¿a qué juegas? – cerré la nevera y le miré muy seria.
  •           ¿Yo? A nada – cogió una de las cervezas que llevaba yo en la mano y empezó a beber. - ¿Te molesta mi presencia? ¿Te pone nerviosa?
  •         No te reconozco Danny. ¡Te recuerdo que tienes novia! – fui hacia él y le di una bofetada. Pero cuando fui a quitar la mano él me la sujetó y eso hizo que estuviéramos muy cerca. – Madura de una vez.

Me solté, cogí otra cerveza más y salí de la cocina. Danny me pisaba los talones cuando llegamos al salón. Me senté al lado de Harry y le di una de las cervezas. Danny estaba en el suelo apoyado en uno de los sofás, primero me había ignorado y ahora no dejaba de mirarme. Intenté centrarme en la televisión y en la cerveza.

A las tres de la mañana volvimos a casa. Subimos directamente a la habitación. Harry estaba cansado pero yo tenía ganas de alargar la noche un poco más. Y como Harry es un ser humano, no pudo resistirse a la tentación. Pero esa noche fue un desastre, porque en uno de los momentos de mayor placer, vino la imagen de Danny a mi mente, y eso lo estropeó todo. Pero no porque no pudiera terminar, si no porque aumentó mi placer.

No sin ti. Capítulo 1


  •           Cariño, ¿estás lista? – Harry estaba en las escaleras mirando todo el rato el reloj. Se estaba poniendo muy nervioso.
  •       Un segundo. Es que no sé qué zapatos me quedan mejor.

Oí cómo subía las escaleras y entraba en nuestro cuarto. Yo me di la vuelta y le enseñé los dos pares de zapatos que me estaban volviendo loca.

  •           ¿Cuáles me pongo? – y Harry me señaló unas sandalias. – ¡Gracias cariño!

Nunca me había gustado mucho arreglarme para ese tipo de eventos. Así que no me comí mucho la cabeza para buscar el vestido. Se trataba de un vestido blanco y negro que se ataba al cuello. Ajustado por la cintura y con vuelo en la parte inferior. Sencillo pero muy bonito. Me arreglé un poco el pelo y me colgué del brazo de Harry.

Llegamos a la iglesia y fuimos a ver al novio. Estaba muy nervioso y eso hizo que todos nos riéramos.

  •           Tom, tranquilo. Lo harás muy bien – le animó Harry.

Dejé a Harry con Tom y me fui a buscar mi sitio entre los bancos de la iglesia. En ese momento vi a Danny entrar corriendo por la puerta principal.

  •  ¿Llego tarde? – preguntó entrecortadamente. Parecía venir de una carrera o algo.
  •  Respira anda. No eres el primero, pero tampoco el último.
  • ¡Bien! – se empezó a reír y las personas que iban entrando le miraban con caras raras.
  •  Baja un poco el tono de tu risa o te echarán – le agarré de la chaqueta y le hice sentarse a mi lado.
  • Vale, ¡pero no me arrugues el traje! – y empezó a alisárselo desesperadamente.
  • Eres un crío. Espera, ya lo hago yo – y empecé a hacer lo mismo.
  • Por cierto, estás muy guapa. Ese vestido te queda muy bien – yo me sonrojé, aunque ya debería estar acostumbrada a sus piropos y tonterías.
  • Tú también estás muy bien – nos quedamos mirándonos en silencio hasta que la madre de Tom apareció y le dijo a Danny que tenía que irse.

Había sido una sensación muy rara, pero seguramente eran los nervios. Hablé un rato con la madre de Tom hasta que llegaron Sam y Beth, iban deslumbrantes.

La ceremonia fue perfecta, los chicos estaban guapísimos y la novia iba radiante. Después de unas cuantas fotos, nos fuimos al banquete, nuestras tripas empezaban a quejarse. Danny, Dougie, Harry y nosotras tres nos sentamos en una mesa. La novia de Danny estaba de viaje, así que no pudo venir. También estaban en la misma mesa los novios de Sam y Beth.

Estuvimos toda la comida de risas y haciendo el tonto. Cuando nos juntábamos todos era lo que solía pasar. Dougie y Harry habían salido a la terraza para fumar. Y Danny y los otros dos se quedaron en la mesa bebiendo y mirando a las invitadas. Nosotras nos fuimos a saludar a la pareja y a bailar un rato. Danny se nos unió en la pista. Iba bastante borracho, aunque nosotras también llevábamos varias copas en el cuerpo. Hicimos un círculo y empezó a bailar muy sensualmente para las tres. Siempre tenía que hacer el payaso, fuera donde fuese. Yo estaba un poco distraída, así que no me di cuenta cuando me cogió y empezó a bailar conmigo. Incluso perdí una sandalia en una de las vueltas que me dio, pero me gustaba tanto hacer el payaso con él que no le di importancia. Estuvimos bailando hasta que los invitados empezaron a irse.

  •           Chicos, ya es hora de volver a casa – nos dijo Tom, que iba agarrado de su esposa.
  •         ¡Yo quiero bailar más! – decía Danny mientras se subía en una de las mesas y empezaba a hacer un estriptis.
  •           ¡Baja de ahí que te vas a matar! – le dije yo, pero siempre con una sonrisa en los labios.
  •           Zoe, ¿te ocupas tú de él? – dijo Tom y yo asentí. – Gracias. ¡Mañana nos vemos!

Las chicas se fueron a sus casas. Harry y Dougie se fueron juntos ya que Danny había venido en su coche y no queríamos dejarlo ahí. Por lo que me tocó conducirlo a mí.

  •           ¿Seguimos la fiesta nosotros? – dijo mientras ponía la radio y buscaba alguna emisora donde pusieran música marchosa.
  •           Creo que ya has tenido suficiente fiesta por hoy. Te llevo a casa y directo a la cama – le dije sin dejar de mirar a la carretera.
  •           ¡Eres mala! ¡Yo no quiero dormir! – apoyó su cabeza en mi hombro y empezó a tararear una canción.
  •         Mírate, estás reventado – le revolví el pelo y empecé yo también a tararear la canción. – Ya hemos llegado.

Fui hasta su puerta y le ayudé a salir del coche. Antes de entrar, tuve que sujetarle porque no paraba de vomitar. Después, entramos en su casa y le subí hasta su cuarto. Le di un vaso de agua y cuando se lo acabó empezó a quitarse la ropa, y aunque había confianza, me giré, para darle un poco de intimidad.

  • ¿Qué haces? – me dijo desde la cama. - ¿No me vas a ayudar?
  • Danny, tú solito puedes hacerlo – no me giré.
  • Va, porfi. Necesito ayuda, si me muevo mucho volveré a vomitar – se levantó como pudo y me cogió de la muñeca.
  • Está bien.

Danny se volvió a sentar en la cama y con una sonrisa triunfal se dejó hacer. Yo me agaché y le quité los zapatos. Luego, con demasiada fuerza que casi me caigo al suelo, le quité los pantalones. La camisa estaba casi abierta del todo, así que eso no me costó mucho. Me senté a su lado y terminé de desabrocharla. Pero lo que pasó después me dejó helada al mismo tiempo que confusa. Le fui a quitar la camisa cuando Danny se acercó a mí y me cogió la cara con las dos manos. Me la levantó un poco y me miró a los ojos. No sabría explicar muy bien qué decía su mirada en aquel momento. Después de apartarme un mechón que se había caído de mi recogido, me besó.

  •           ¿Se puede saber qué diablos haces? – cuando conseguí respirar, le empujé y me aparté de él.
  •           ¿No te ha gustado? – intentó acercarse a mí, pero yo ya estaba en la puerta, dispuesta a irme.
  •           Eres un maldito imbécil, Danny. Espero que duermas bien – salí dando un portazo. - ¡Adiós!

Cuando salí de su casa, empecé a caminar hacia la mía, no estaba demasiado lejos. En ese momento solo tenía una cosa en la cabeza, la sensación que me había dejado su beso.