martes, 28 de agosto de 2012

No sin ti. Capítulo 9


¡Hola pequeñas flores! 

Solo diré que espero que os esté gustando y que este capítulo se lo dedico a mi rubia favorita y a Mozz y su camada. Cuando lo leáis, lo entenderéis, o igual no. Bah, da igual.

¡Disfrutad!

Y así pasaron los meses. Por un lado tenía a mi novio, al que quería con locura y al que intentaba complacer siempre que podía. Pero por otro estaba Danny, mi mejor amigo, mi amante. Empezamos a vernos una vez por semana, él venía a casa o yo iba a la suya. Nadie sospechaba. Pero cada vez necesitábamos pasar más tiempo juntos. Por eso, los días se convertían en fines de semana y estos, en puentes de tres o cuatro días.

Solíamos escaparnos a un pequeño hotel a las afueras de Londres. Cada uno iba en su coche y siempre hacíamos lo mismo, nos encontrábamos en el bar, como dos desconocidos, compartíamos una copa y unas cuantas risas y media hora después estábamos desnudos en la cama de aquella habitación.

Pero Danny era muy descuidado. Le gustaba emborracharse con sus amigos y en más de una ocasión tuve que meterme en la conversación para que no nos delatara. En muchas ocasiones le dije que todo se acabaría si seguía teniendo tan poco cuidado con lo que decía.

Y llegó diciembre, y con él, mi cumpleaños. Me desperté con el ruido de algo caerse y gritos. Me levanté, me puse la bata y salí al pasillo. Cuando vi qué había pasado no pude evitar reírme. El pobre Harry estaba agachado recogiendo lo que parecía haber sido un desayuno. Ñoqui, nuestra perra, intentaba comerse los restos que aún no había recogido. Me acerqué a él despacio y le di un beso.

  •           Gracias por el desayuno, o lo que queda de él – seguí riendo y me llevé a Ñoqui para que Harry no se enfadara más con ella.
  •           Tenía que ser algo especial. Lo siento – terminó de recoger y bajó a la cocina para coger la fregona y limpiarlo. Pero yo le paré.
  •           No hace falta que lo hagas ahora mismo – dije en su oído mientras metía mis manos por debajo de su camiseta.
  •           Bueno, pero luego no te enfades si el suelo… - no dejé que terminara la frase. Pegué mis labios a los suyos y dejé que me subiera a la encimera.

El día había empezado mal, pero no tardamos en arreglarlo. Después de una ducha con Harry y varias llamadas de familiares, me arreglé y salí a comer con Sam y Beth. Nada más salir del coche, las dos se me abalanzaron y no me dejaron respirar durante varios minutos.

  •           ¡Felicidades amor! – chilló Beth en mi oreja. Después, empezó a tirar de ella como si quisiera arrancármela
  •           ¡Felicidades vieja! ¡Ya se van notando esas arrugas, eh! – cuando Beth me soltó, le tocó el turno a Sam.
  •           ¿Dónde me vais a llevar a comer? – me agarré de sus brazos y dejé que me llevaran a donde ellas quisieran.

Comimos en un restaurante japonés. Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien. Estar con ellas era de las mejores cosas que tenía en mi vida, y por eso, ocultarles lo de Danny, me mataba.

  •           Bueno, ¿esta noche tienes algo qué hacer? – me preguntó Sam.
  •           Supongo que salir con vosotras, ¿no? – se les iluminó la mirada. Seguro que pensarían que la pasaría con Harry.
  •           ¿Estás segura? ¿Y Harry? – quiso saber Beth.
  •           Harry ya ha tenido bastante esta mañana – y al oír eso las dos se empezaron a reír, y yo me uní a ellas. – Además, tengo ganas de una noche de chicas.
  •           ¡Bien! – corearon las dos.

Después de la comida, me fui a casa para cambiarme. Me metí en la ducha y me relajé. Pensé en Harry, en mi familia, en los chicos, y en seguida mi mente se centró en Danny. Aún no me había felicitado, seguro que se le había olvidado. Tenía ganas de verle. Desde hacía una semana que no habíamos vuelto a ir a nuestro hotel.

Cuando terminé, me puse cómoda y me tumbé en el sofá con un libro y con Ñoqui a mi lado. Pero antes de poder abrirlo, alguien llamó a la puerta. Me levanté y sin muchas ganas, fui arrastrando los pies. Abrí y para mi sorpresa allí no había nadie. Miré por todos lados y nada. Pero antes de cerrar la puerta vi que había una rosa y una nota. Me agaché y lo cogí. Pensé que eran de Harry, pero me equivocaba. La nota decía: “Disfruta de tu día pequeña, porque mañana pienso secuestrarte”. Sonreí y sin pensármelo cogí el móvil. Dos tonos y una risa se escuchó al otro lado.

  •           Pensé que tardarías más en darte cuenta de que era yo – dijo aquella voz que tantos escalofríos me producía.
  •           Mi querido Jones, tu letra te ha delatado– mientras se lo decía miraba por la ventana, por si acaso volvía.
  •           Mierda, tenía que habérselo pedido a alguien – y de repente hubo silencio. – Vale, no he dicho nada. Por cierto, ¡felicidades abuela con arrugas y canas!
  •           Qué agradable eres cuando quieres – y se empezó a reír otra vez. – Pues ve despidiéndote de volver a tocar a esta vieja fea con arrugas.
  •           Entonces tendré que suicidarme – dijo seguido de un suspiro.
  •           Antes te mato yo por querer dejarme sola en este mundo tan cruel – empecé a hacer pucheros.
  •           Me encanta cuando te pones así – el muy tonto empezó a hacer ruidos muy extraños, y eso me hizo reír.
  •           Danny, vente esta noche a mi fiesta. ¡Quiero verte!
  •           ¿Crees que es buena idea?
  •           Pero es mi cumple y necesito verte – sabía que no vendría, pero había que intentarlo.
  •           Lo sé pequeña, yo también necesito estar contigo esta noche, pero hoy es mejor que no nos veamos. Además, si voy, no podré separarme de ti y la gente sospechará – a veces lo odiaba mucho, pero tenía razón.
  •           Vale, pero quiero verte pronto – le supliqué.
  •           Mañana me verás, así que no bebas mucho esta noche – algo me ocultaba.
  •           Danny, ¿qué has hecho? – este chico nunca aprendería a mentir.
  •           ¿Yo? Nada – pero empezó a reírse, le había pillado. – Así no tiene gracia. Se supone que no tienes que sospechar nada. Pero ahora ya sabes que algo tramo.
  •           ¿Y se puede saber qué es lo que tramas? – estaba muy intrigada.
  •           No te lo voy a decir.
  •           Va, no seas malo, dímelo – daba igual que le insistiera, no me lo diría.
  •           Mañana lo descubrirás. Y esta noche nada de ir demasiado sexy.
  •           ¿Ah no? Y si me pongo ropa provocativa y muy sexy, ¿vendrás? – pobrecillo, estaba jugando un poco con él.
  •           Zoe, si haces eso, prometo ir esta noche y secuestrarte –  los dos nos empezamos a reír.
  •           Entonces nos vemos mañana, ¿no?
  •           No hagas planes para todo el día –  yo sonreí como una tonta.
  •           Pues hasta mañana señor Jones.
  •           Hasta mañana vieja arrugada y con canas – y antes de que pudiera decirle nada, colgó.

Era hora de arreglarse. Miré en mi armario y nada me convencía para esa noche. Me había quedado con las ganas de ir sexy, aunque Danny no estuviera, así que rebusqué hasta encontrar algo perfecto. Me puse unos pantalones negros ajustados, un corsé también negro y que me venía por encima del ombligo y unos zapatos negros con bastante tacón. Ahora solo faltaba maquillarme, quería ir sexy, así que me centré en mis ojos, una raya, sombra negra y rímel. Me puse un poco de gloss en los labios y, para terminar, me ahuequé un poco el pelo. Ya estaba lista para disfrutar de una noche con mis amigos.

A las siete en punto, entraban Sam y Beth en mi casa con una botella de tequila y tres copas. Nos sentamos en el sofá y brindamos.

  •           Por ti, Zoe y por todos los grandes momentos que hemos pasado juntas – Beth alzó la copa, y cuando éstas chocaron, nos bebimos de un trago lo que Sam nos había servido.
  •           Por que sea una noche inolvidable – gritó Sam mientras se rellenaba la copa.
  •           Y por vosotras dos, que aunque sea mi noche, es hora de que triunféis – las dos me miraron con cara de odio. No les gustaba recordar que ahora estaban solteras. Bueno, en realidad, Sam tenía a sus pies a un chico, pero no era nada oficial.
  •           Esta noche es nuestra, nada de chicos – dijo Beth mientras seguía bebiendo.
  •           Eso dilo por ti – Beth y yo miramos a Sam y casi nos atragantamos cuando lo dijo.
  •           ¿Qué? – preguntamos las dos a la vez.
  •           Pat viene a la fiesta. ¡Dime que no te importa! – me suplicó.
  •           Qué fuerte me parece, Sam. ¿Cuándo pensabas decírnoslo? – nos empezamos las tres a reír.

Pedimos un taxi y a los diez minutos ya nos encontrábamos en nuestra discoteca favorita. Bajamos y Sam corrió a los brazos de Pat. Por lo menos aún quedábamos Beth y yo. Entramos las dos cogidas del brazo y nos acercamos a la barra para saludar a nuestro camarero y pedir unas cuantas copas. No tardamos mucho en ir a la pista a bailar. Cuando quisimos buscar a Sam, la vimos sentada encima de Pat en nuestro reservado.

  •           Creo que Sam no se vuelve sola esta noche – me gritó Beth para que la pudiera oír.
  •           ¡Ahora faltas tú! ¿Has visto algo interesante por ahí? – empecé a mirar por toda la discoteca, pero ni ella ni yo vimos nada.

Seguimos bailando y disfrutando de la música. De vez en cuando se nos acercaba algún chico, pero en seguida se iba. Cuando volvimos a la barra para pedirnos otra copa, mi cara se iluminó. Harry, Tom y Dougie estaban entrando en la discoteca. Cogí la mano de mi amiga y fui corriendo para saludarles. Pero me paré en seco cuando vi sus ojos. Danny también había venido. Saludé a Harry y le di un beso con demasiada pasión, luego me tiré literalmente en los brazos de Tom. Hacía mucho que no lo veía. Me empezó a dar vueltas, y si no llega a ser por Dougie, vomito. Y de repente me quedé en frente de Danny. No dejaba de mirarme.

  •           Vámonos a nuestro hotel – se acercó a mí y me acarició la mejilla. Yo miré a Harry, pero por suerte estaba hablando con Tom. Me acerqué a Danny y le di un beso en la mejilla.
  •           No sabía que venías, si no, me hubiera puesto una bolsa de basura – le sonreí.
  •           Prefiero esto que llevas. Pero estás demasiado sexy, no voy a poder dejar de mirarte en toda la noche – me abrazó y me besó en la frente.
  •           Me alegra verte – le devolví el abrazo.

Me agarré a Harry y nos dirigimos todos al reservado. Saludaron a Sam y ella les presentó a Pat. Después nos desperdigamos. Harry y yo nos fuimos a beber y a bailar. Beth se nos unió, pero al poco rato, empezó a bailar con Dougie, parecían pasárselo demasiado bien. Danny y Tom se quedaron hablando con Sam y Pat. La noche estaba siendo perfecta.

Harry y yo fuimos a sentarnos para descansar un rato. Pero cuando me senté, una mano me cogió de la cintura e hizo que me levantara.

  •           Baila un rato conmigo que me aburro – Danny me puso sus ojos de cordero degollado y casi me arrastra hasta la pista.

Danny no había bebido mucho pero me daba miedo que hiciera algo delante de todos. Pero al final no pasó nada. Estuvimos bailando hasta que la discoteca nos echó. Tom se fue con Danny, el cual me volvió a recordar que en unas horas me iba a secuestrar. Sam se fue a casa de Pat, después de decirnos mil veces que había sido una noche increíble. Y para la sorpresa de todos, Beth, con una sonrisa de oreja a oreja, y con una borrachera muy grande, se fue agarrada del brazo de Dougie. Todos nos miramos y empezamos a aplaudirles y a silbar. Y Harry y yo cogimos un taxi y nos volvimos a casa. En pocas horas descubriría cuál era la sorpresa que Danny me tenía preparada.