¡Hola guaposos!
Solo os diré que quedan 2 capítulos más, así que espero que los disfrutéis y esas cosas.
Y no os olvidéis de entrar en mi otro blog
Llevaba nueve
días en Tailandia. Como no tenía el móvil nadie podía contactar conmigo, pero
yo tampoco podía, y eso me mataba. Necesitaba hablar con Harry, saber que no me
odiaba por haberme ido justo ese día. Tenía miedo de que él y Danny hubieran
hablado y éste se lo hubiera contado todo. Pero por ahora no podía hacer nada.
Los dos estaban a miles de kilómetros, y hasta que no me aclarase no les vería.
La habitación de
aquel hotel se me caía encima. No había pisado ni un solo día la calle. Estaba
desesperada y aburrida. Así que decidí arreglarme y disfrutar un poco de la
noche tailandesa. Me pegué una ducha rápida, así no me daría tiempo a pensar en
nada. Me puse un vestido negro muy ceñido y unos tacones de doce centímetros
a juego. Me maquillé y cogí lo necesario para poder sobrevivir unas cuantas
horas fuera del hotel.
Abrí la puerta y
me choqué con alguien. Pensé que era personal del hotel, pero estaba muy
equivocada. Cuando le miré a los ojos y descubrí quién era, entré otra vez en
la habitación y cerré la puerta.
- Zoe, déjame entrar – me suplicó.
- ¿Por qué has venido Danny? – tenía que ser una visión. Nadie sabía dónde estaba. - ¿Cómo sabes que estaba aquí?
- Si me dejas entrar te lo explico – pero seguía sin abrirle.
- Danny, vete – todos mis planes a la mierda.
- Acabo de hacer un viaje de mil horas. No voy a irme – podía notar que Danny estaba pegado a la puerta, igual que yo.
- ¿Por qué? – tenía ganas de gritar, de llorar y de pegarle. Pero también tenía ganas de que me abrazara.
- ¿Por qué, qué? – parecía estar triste, pero seguro que eran imaginaciones mías. – Zoe, ábreme. Solo quiero abrazarte.
Y como una tonta
le abrí.
- ¿Por qué tienes el móvil apagado? – me lo decía sin dejar de abrazarme.
- No tengo el móvil aquí. Lo dejé en casa – no me atreví a mirarle.
- Harry está muy preocupado – el muy idiota tenía que decirlo. Y nada más hacerlo, empecé a llorar. – Lo siento.
- Harry me iba a pedir matrimonio, por eso me fui.
- Tú y tu odio a los compromisos – dijo intentando que yo sonriera.
- Danny, no seas tonto. Si me fui no es por eso – por fin le miré.
- Lo sé. Y por eso estoy aquí – me cogió la mano y me llevó hacia la cama. Cuando nos sentamos siguió hablando. – Cuando Harry me dijo que habías desaparecido mi mundo se vino abajo. Creí haberte perdido para siempre. Incluso llegué a pensar que te habían secuestrado o algo – al fin consiguió que sonriera. – Es verdad, Zoe. Lo pasé horriblemente mal. Pero cuando Harry me dijo que ese día te iba a pedir eso, supe enseguida que habías huido.
- ¿Y cómo me has encontrado? – Danny no dejaba de abrazarme.
- Como sabía tus datos de la tarjeta, indagué un poco y aquí me tienes – hizo que le mirara y fue a besarme, pero yo me aparté.
- Danny, no. Si estoy aquí es para aclarar mis sentimientos. Necesito que todo esto termine de una vez. No quiero hacer más daño a Harry – me levanté de la cama y empecé a caminar por toda la habitación.
- Por cierto, ¿Por qué vas tan arreglada? – no paraba de mirarme.
- Llevo aquí nueve días sin salir de esta maldita habitación. Necesitaba salir y despejarme.
- ¿Y por eso vas tan sexy? – se levantó y se acercó a mí. Parecía un poco molesto. - ¿Acaso pensabas tirarte a algún chinito o algo?
- ¡Danny! No seas tan bestia. Me apetecía vestirme así, ¿vale? – me crucé de brazos y esperé a que se disculpara, pero hizo todo lo contrario, se acercó e intentó besarme otra vez. – Danny, por favor. Así solo conseguirás complicar las cosas. Vete de aquí, te lo suplico.
- Mírame a los ojos y dime que me vaya – me había ido pegando poco a poco a la pared, y ahora no tenía escapatoria.
- ¿Zoe? – lo tenía tan cerca que no podía reaccionar.
- Vete, por favor – pero no conseguí mirarle a la cara.
- No es lo que quieres, ¿verdad? – me había puesto una mano en la cadera y yo no hice nada para impedirlo.
- Yo quiero a Harry – o eso pensaba yo. – No quiero hacerle más daño. Quiero que esto termine.
- Eso haberlo pensado antes de las últimas veces – me lo dijo en un susurro, lo que me provocó un escalofrío.
- Por favor – pero sus labios estaban tan cerca de los míos que no pude resistirme.
Me agarré a su
cuello con furia, él me cogió y me llevó hasta la cama. Mi cabeza me pedía a
gritos que parara, eso no estaba bien. Me había ido para poder pensar, para
alejarme de Danny. Pero una vez se acercaba a mí, yo no podía hacer otra cosa
que dejarme llevar.