martes, 1 de marzo de 2011

Gabi

... Tengo que hablar contigo, Gabi. ¿Puedes venir a casa?...
No me lo podía quitar de la cabeza. ¿Querrá dejarme? ¿Habrá encontrado a otro? ¿Será porque soy francés? No, eso no puede ser, me dijo que se enamoró de mí porque era diferente, porque no era como los chicos españoles. Piensa Gabi, piensa. Algo has tenido que hacer. ¿Será porque no me acordé de llamarla el otro día? Me dijo que me había perdonado. Siempre me pasa lo mismo, conozco a una chica maravillosa, me enamoro y, hago cualquier tontería que lo estropea todo. Ha encontrado a otro, es eso. Ya no le gusto; se ha cansado del "francesito hippie greñudo que toca la guitarra".
¡Oh mon die! Pourquoi moi? ¡Je l'aime! Esto es injusto, llevamos tres años. Ya estábamos haciendo planes para comprarnos una casa juntos. ¡Incluso habíamos puesto nombres a nuestros futuros hijos! Si es niño se iba a llamar Pierre y si es niña, Edith, por la cantante francesa Edith Piaf. ¡Ay dios! Yo antes no era así. Me gustaba sentarme en la Plaza de Tertre y tocar mi guitarra, mientras Damien tocaba la armónica, Jackie cantaba y Gillou nos hacía fotos. ¡Era todo tan bohemio! Pero conocí a Isabel y me enamoré de ella. Lo dejé todo para estar a su lado. No dudé ni un instante. Hice la maleta con mis cuatro cosas y me vine a Madrid, con ella. Todo era tan perfecto. No me importaba estar en otro país, con otra cultura, otra gente... Empecé a trabajar en una tienda de discos, con Marcos, un amigo de Isabel. Ahora somos grandes amigos.
Tengo miedo. ¿Y si me deja? ¿Ya no me quiere? ¿Y nuestros planes? ¿Habré hecho algo mal? ¿Me habré portado mal con ella? Ya no sé qué pensar, mi cabeza le está dando mil vueltas a todo. Repaso una y otra vez cada momento de nuestra relación y no encuentro nada malo. Yo la quiero. No puedo vivir sin ella. Soy tan feliz cada vez que la veo y me sonríe. Y ese hoyito que se le forma en la barbilla. Quiero a Isabel. Adoro sus defectos y sus virtudes. Me encanta cuando queda la última patata frita en el plato, la coge y me la da. O cuando viene a la tienda y me trae un café y me da un beso. O cuando coge la pluma que le regalé y me acaricia la espalda con ella. Sus ojos, su nariz, su boca, su cuello, sus manos, su pecho, su tripa, sus piernas,... No podría vivir sin nada de eso. Y ahora me va a decir que me deja, que ya no me quiere, que se ha enamorado de otro. No lo puedo soportar. Nunca antes había llorado, y ahora unas lágrimas empiezan a asomarse. Quiero gritar, romper algo. Será mejor que llame a Marcos. Él puede saber qué pasa.
Vale, ya estoy más tranquilo. Hablar con Marcos siempre me calma. No me ha dejado nada claro, pero por lo menos me he podido desahogar. En media hora tengo que estar allí. Será mejor que cierre la tienda y vaya. Seguro que es otra cosa. Ella me quiere tanto como yo a ella. Estamos hechos el uno para el otro. Espero no asustarla ni nada con mi cara, porque ahora mismo parezco un zombie, estoy blanquísimo y mi cara es inexpresiva. Tienda cerrada, será mejor que me de prisa o llegaré muy tarde.
Tarda mucho en abrirme. Podría abrir con la llave, pero prefiero que me abra ella. Oigo sus pasos. Mi corazón va a mil por hora. Por fin me abre. No lo entiendo, en su cara hay una sonrisa de oreja a oreja. ¿Está contenta porque me va a dejar? Entro a casa. Sigue oliendo al ambientador que compró en el mercado. Su sonrisa sigue ahí. Me abraza. Luego me da uno de sus besos apasionados. No entiendo nada. Se supone que me iba a dar una mala noticia. Su voz sonaba a mala noticia. Y ese "tengo que hablar contigo" no sonaba muy bien. Me coge de la mano y me lleva hasta el sofá. Aquí viene la mala noticia, estoy seguro. Se sienta a mi lado, con las piernas cruzadas. Me acaricia la cara con su suave mano. Me mira con esos ojos que dicen que no me preocupe, que todo está bien. Me coge las dos manos. Me vuelve a besar. Y, de repente, posa mis manos en su tripa y, me dice: "¡Amore meu! ¡Estoy embarazada!". ¿Embarazada? Pero... ¿Embarazada? ¿De verdad? Sí, mi amor, estoy embarazada, de 3 semanas. ¿Te encuentras bien? Estás muy pálido. Yo... yo creía que me ibas a dejar, que ya no me querías. ¡Qué tontería más grande! ¿Cómo te voy a dejar si eres mi amor, mi francesito? Además, ahora ya no somos tú y yo, ¡vamos a tener un bebé, nuestro bebé! ¿Y por qué no me lo has dicho cuando me has llamado? Quería darte una sorpresa. ¡Me has dado un susto de muerte! Pero ahora me da todo igual. Sé que me quieres y que lo nuestro es para siempre. ¡Y estás embarazada! Mi bebé, nuestro bebé. Tengo ganas de conocerlo. O conocerla. Mi pequeña Edith, aún no te conozco, pero ya te quiero con locura. ¡Qué feliz soy! ¡Te quiero tanto Isabel! ¡Y yo a ti, mi querido Gabi!