domingo, 27 de febrero de 2011

Ella

Todos los días me levanto a la misma hora. Suena el despertador. Me pongo las zapatillas de ir por casa. Voy al baño y me mojo la cara con agua muy fría. Abro el grifo de la ducha. Dejo correr el agua hasta que se ponga caliente. Mientras, me quito la ropa, poco a poco. Me meto en la ducha y me pongo debajo del chorro de agua. Cierro los ojos y no pienso en nada. Me visto deprisa. Voy a la cocina. Huele bien. Cojo la taza con el café que me ha preparado Lucas. Aún está caliente. Me lo bebo de un trago. Agarro la carpeta, las llaves y me voy. Todos los días lo mismo.
Hoy ha sido diferente. Aún no ha sonado el despertador, pero ya empiezo a moverme entre las sábanas, inquieta. La luz ya empieza a asormarse por la ventana. Pero aún hay oscuridad. El cuarto está silencioso. Se oye el crujir de los muebles. Me estremezco. Miro el despertador. Aún es pronto. Será mejor que me vuelva a dormir. Cierro los ojos y, en seguida, me quedo dormida. Ya hay algo más de luz en la habitación. Se empieza a ver con claridad. Abro los ojos, sonrío y pienso: Ya es la hora.
Me destapo muy rápido. Apago el despertador. Me pongo las zapatillas y la bata. Salgo corriendo de la habitación. Paso de largo el baño. Entro en la siguente habitación. Abro la puerta despacio, sin hacer ruido. Ha quedado bonita. Avanzo poco a poco, no quiero hacer ruido. Me paro. Mi sonrisa cada vez es mayor. Me asomo y ahí está ella. Con su color chocolate y sus manitas pequeñas. El pijama que lleva es el que llevaba yo de pequeña. Es azul y aterciopelado. Me espero. Se oye un ruido en la habitación. Sigue durmiendo. Miro el reloj, ya son las siete. Empieza a abrir los ojos. Me mira y sonríe. Ha estado esperando este momento igual que yo. Se pone de pie y abre los brazos. Estoy nerviosa. Me sudan las manos. Pero eso no me frena. La cojo. Su tacto es suave. No pesa mucho. Nos miramos y volvemos a sonreir. Pasan unos minutos hasta que por fin le digo: ¡Buenos días, Aadab!

No hay comentarios:

Publicar un comentario